Ágil, certera en los ataques, sanguínea, pero muy respetuosa de las compañeras y rivales, la deportista platense Nora Peñas demuestra en cada partido que cuando el deporte es parte del ADN se puede seguir en cada etapa de la vida, ya sea con el atletismo, el vóley, la natación o el Newcom. La jugadora fue parte de equipos de élite y siempre se caracterizó por su humildad, su trato amigable y su gran compañerismo.
A los 9 años Nora jugaba vóley recreativo en el club Estudiantes de La Plata, a los 12 desarrolló el juego con mayor solvencia y para los 13, cuando el Club Gimnasia reparó en su potencial, la federó y fue parte de la mítica formación de Las Lobas por mas de 20 años.
A los 14 integró la Selección Nacional de Menores y, en una carrera ininterrumpida de logros, a los 18 fue jugadora de la Selección Nacional de mayores.
En 1971 ingresó a la facultad de Humanidades de La Plata para hacer la carrera de Historia y Filosofía. Pero por diferentes circunstancias que hacían a su seguridad decidió ir a estudiar a Santiago de Chile. Lo que no imaginó fue que en ese país la vida democrática se interrumpiría de manera abrupta y la obligaría a regresar a la Argentina con un salvoconducto en octubre de 1973. «Jugué un tiempo en Chile, desde 1972 hasta el Golpe de Pinochet, fue un período tremendo», recuerda.
Ya en nuestro país, integró el combinado nacional de Vóley. Después se casó y entre los 26 y 32 años, los nacimientos de sus tres hijas, Geraldine, Maia y Ambay Constant, la sacaron de la cancha, pero es algo de lo que no reniega. Con el ejemplo de mamá, las pequeñas se iniciaron tempranamente en el vóley, se destacaron en grandes equipos y Maia jugó en la Selección Argentina.
«Cuando nacieron las chicas estuve 6 años sin jugar, después retomé hasta que en un partido me rompí los ligamentos, tenía unos 37 años», agrega para referirse a las lesiones que limitan el desempeño de los deportistas.
Una colección de trofeos
Pese a que puede creerse que el vóley fue la actividad que le dio decenas de premios, Nora Peñas aclara que su carrera deportiva arrancó con el atletismo en el Club Estudiantes. «Era velocista, llegué a integrar la Selección Juvenil de Atletismo a los 15 años y participé en los Juegos Sudamericanos en 100 y 200 metros; por ese entonces eso era lo principal para mí y la formación atlética me dio salto y potencia. En ese etapa quedé pre seleccionada con vistas a las Olimpíadas de Munich, me ofrecieron ir a vivir un tiempo a Alemania, mis padres me apoyaban, pero me dio miedo, desistí», menciona la deportista.
A los 18 años dejó el atletismo y comenzó su romance formal con el vóley.
Entre una y otra disciplina logró un medallero que tiene más de 300 piezas, unas 40 copas y
más de 20 trofeos de mención. Lejos de jactarse, Nora remarca que conserva los premios gracias a Juan Antonio, su padre y el encargado de llevar un exhaustivo archivo de recortes de revistas y diarios en los que se destacaba la actuación de su hija.
«También arrastré a mi hermano, el Pájaro Peña, hacia el vóley, jugó en Estudiantes y llegó a integrar el Seleccionado Nacional», afirma para dar cuenta de que el deporte fue parte de la cotidianeidad de los Peñas, con un padre que practicaba equitación y una madre nadadora.
Deportes, no hay dos sin tres… ahora el Newcom
En cada etapa, la actividad física fue parte de la vida de Nora y más acá en el tiempo practicó natación con regularidad. Sin embargo, Cristina Tamone, una amiga de toda la vida, le inoculó otro desafío: el Newcom.
«Cristina me dijo, ¿por qué no venís a jugar al Newcom?, al principio me parecía algo pasivo, pero descubrí que hablando de deporte es lo mejor que me puede pasar, es una disciplina que también es competitiva, reúne a gente grande y te lleva a vivir diferentes experiencias. Ayer entrené con Las Garras de Berazategui, el juego allí es bravo, bien intensivo, siempre se aprende, por ejemplo, a no tener el impacto del salto», apunta quien pudiendo ser maestra no abandona su rol de aprendiz.
En tren de sugerir Nora afirma que nadar y jugar al newcom son dos de las mejores actividades para los adultos, con una se encuentra relajación y con la otra, una práctica colectiva que le resulta «maravillosa».
Ahora juega en el Club Juventud bajo la dirección técnica de la entrenadora Lili Lage, quien también la dirige en el equipo Diagonales, una formación que entrena en Unión Vecinal de La Plata y reúne a jugadoras de la categoría +68. Se presentaron en un torneo de esa categoría que se disputó en Mar del Plata; las finales se definirán entre octubre y noviembre. Además participa de «Epicas», un equipo de jugadoras autoconvocadas.
Pares en la vida y en el juego
Así como arrastró a su hermano al vóley y se lo inculcó a sus tres hijas, como algo casi inexorable, le insistió a su pareja Bernarda Arias Navarro para que se le anime al Newcom.
Aunque algunos partidos las enfrentan, más allá de los resultados, el humor y el compañerismo hace que la experiencia deportiva fluya como una actividad que las une y divierte.
«Ella es abogada y yo artista plástica, el Newcom nos dio otro tema para compartir, algo que nos integra; nos organizamos para entrenar e ir a jugar a diferentes lugares y estamos más juntas que antes», asegura.
Genética y deporte son dos de los factores que hacen que esta deportista de 72 años se desempeñe de manera admirable en las canchas y haya cosechado grandes compañeras en los distintos grupos a los que está vinculada y en los que no solo respetan su nivel de juego, sino por sobre todas las cosas su humildad, entrega y don de gentes.