Marisa López es profesora de educación física, jugadora de Deportivo Chascomús, entrenadora de ese club y, además, árbitro de FEVA. Sin embargo, esta deportista «multi función» no duda en afirmar que ser jugadora es lo que más disfruta del Newcom, «el laburo en equipo, estar con esa adrenalina, ver si hacemos puntos, si estamos bien cerraditos», enumera para ejemplificar por qué se queda con esa faceta del deporte que le dio una especie de familia que está en la misma sintonía.
La deportista se enteró de la existencia del Newcom en una edición de los Juegos Bonarenses que se hicieron en Chascomús cinco años atrás. Alcanzó a ir a un entrenamiento, pero al siguiente se desató la pandemia y se quedó con las ganas de seguir practicando. «Cuando se empezó a abrir, nos juntamos gente del barrio al aire libre, jugar por jugar como se arranca siempre, de manera recreativa, después viene la fase competitiva; me gustó jugar, me fui interiorizando, como profesora de educación física me gustó la parte de entrenamiento e hice el curso de entrenadora», afirma.
Entre los sinsabores de la actividad, Marisa señala que en un partido se lesionó los meniscos, pero esa pausa le sirvió para hacer el curso de árbitro, un rol que considera muy antipático porque si se cobra a favor de un equipo, se disgusta el otro. «Todo depende de dónde se esté parado para ver una falta o no; el jugador ve una cosa, el entrenador, otra y el árbitro, otra; en ese tema ayudan los líneas, si hay un segundo árbitro o los planilleros. Pero es una profesión ingrata», analiza.
El Newcom le resulta a esta deportista un campo de aprendizaje, ya sea como jugadora, como entrenadora o como árbitro. Le gusta detenerse en la táctica del juego, ya que eso le da una base para aplicar en los equipos.
Consultada acerca de si los jugadores conocen el reglamento de Newcom responde que «saben lo mínimo indispensable, como que no se pueden hacer 4 pases o el tiempo que se tiene la pelota en la mano. En relación a esto da un tip: «se cuenta mil ciento uno, mil ciento dos, mil ciento tres, mil ciento cuatro y, según el cronómetro, es el tiempo exacto que se puede tener la pelota. Más se protesta cuanto menos nivel competitivo se tiene porque los jugadores se interesan a medida que entran a distintas competencias», afirma y agrega que, tal vez por la esencia futbolera, los que más protestan son los hombres.
Marisa aclara que el Newcom es como el vóley, puede hablar el capitán – ni siquiera el entrenador- con el árbitro, pero siempre de manera respetuosa.
En su rol de árbitro sostiene que las equivocaciones pueden darse «porque somos humanos» y así como el jugador pierde una pelota en la red, el árbitro también comete errores. «Nosotros podemos perjudicar a un equipo o a otro, pero si estamos en dudas, vamos de nuevo o se tiene en cuenta al línea, al planillero o al otro arbitro si lo hay», dice.
Lo indudable es que el Newcom es para esta deportista una forma de vida, un objetivo para ponerse en movimiento y asegura que el entrenamiento le fue dando una especie de adicción que le permite conocer gente y recuperar la alegría que le daba practicar un deporte en la juventud. «Como entrenadora me gusta ver cómo los jugadores avanzan, nosotros empezamos en marzo y en agosto cambiaron un montón; como árbitro me reconforta cuando me dicen que fui justa, que no tiré para ningún lado», sostiene.
Con relación al constante crecimiento del Newcom y a las polémicas que se suscitan, la deportista opina que aún no se dio una unidad, «con los Juegos Bonaerenses el reglamento es de FEVA, pero cuando los torneos los organizan otros, hay algunas modificaciones como que los jugadores +68 puedan hacer doble golpe, o que la red esté a 2,36 metros en vez de a 2,43. No hay unificación de criterios», afirma para concluir que no hay una federación que una al país, por eso, por ejemplo, hubo gente que no reconoció a la selección argentina que llevó ATNA al Torneo Sudamericano de Uruguay.
En otro orden de temas, la deportista reconoce que no está en contra de que haya jugadores de alto nivel convocados para integrar equipos que disputan determinados torneos, pero a ella le gusta jugar con la gente de su club. «Yo muero con el equipo que tengo porque ellos vienen a entrenar, tienen sus expectativas, ya sea el grupo competitivo o los que son parte de lo recreativo. Además todo se vincula porque cuando hay un tablero, el recreativo ya es competitivo y el competitivo siempre juega porque le gusta jugar. Todo es recreativo y todo es competitivo», indica con convicción.
Como sugerencia del fair play propone que los jugadores lean el reglamento. «Disfrutarían mas porque si se sabe lo que se hace se cometen menos errores. El reglamento es claro, después está en cada uno cómo lo interpreta», apunta.